El Parque Nacional
Chaco se encuentra a poco más de 100 km de Resistencia. Se llega saliendo hacia
el oeste por la RN 16 durante unos 65 km y luego 40 Km más por la RP 9 hasta la
localidad de Capitán Solari, donde funciona la sede administrativa del Parque.
Desde allí, un camino vecinal de 5 km conduce al área protegida, aunque antes
de llegar nos recibió
Finalmente llegamos. Esta es la entrada, a pocos metros un camino se desvía a la derecha y, atravesando un puente que cruza el Río Negro, se arriba al centro de visitantes y al sector de camping.
El camping del Parque Nacional Chaco está sobre la margen del Río Negro, pero cerca del río no hay mucha sombra y no se puede llevar el auto hasta allí (150 m), así que uno debe elegir entre: a) sombra y lejos del río, pero cerca del auto; o b) cerca del río, con escasa sombra y acarreando todos los bártulos. Elegimos la opción b), solo para hacer ejercicio… Y aquí está nuestro fogón, nuestra mesa y nuestro lugar mientras nos quedemos aquí. A armar el campamento…
Así se ve el río
justo detrás de nuestra carpa, como pueden notar tiene poca agua lo que le da
cierto encanto. Su proximidad nos permitía ver las especies que se acercaban,
mientras preparábamos nuestra comida o descansábamos…
Algunas de las especies vistas desde aquí fueron este macho de Pato Cutirí (Amazonetta brasiliensis) que acuatizó, nos miró, le tomé esta foto y se voló…
O este Boyero Negro (Cacicus solitarius) gritón que se
envalentonaba desde la orilla opuesta haciéndose notar como el mejor.
Dos infaltables, que vimos
venir a diario por un bocadito, eran este Chiflón (Syrigma sibilatrix) y, en la segunda imagen, un Hocó Colorado (Tigrisoma lineatum), ambos bastante
ariscos: se volaban ante el menor movimiento.
Al agua no se
acercaban únicamente aves, también lo hacían insectos como el caballito del
diablo de la primera imagen (Acanthagrion
lancea) o la libélula de la segunda (Erythemis
plebeja).
Dentro del camping
aparecían muchas especies comunes para la zona -pero raras para nosotros,
bonaerenses al fin-, como esta hembrita de Monterita Cabeza Negra (Microspingus melanoleucus), en la primera
foto; o el bullicioso y rápido Ipacaá (Aramides
ypecaha), en la segunda.
O esta fantástica
pareja de Loro Hablador (Amazona aestiva),
que se acercó una tarde a comer las flores del lapacho rosado (Handroanthus impetiginosus) que estaba
cerquita de la carpa:
Por las mañanas solía
visitarnos una Yerutí Común (Leptotila
verreauxi), que en las siestas nos acompañaba con su arrullo.
Este es otro de los habitantes
abundantes y escurridizos dentro del camping, siempre en lo alto de los
árboles, movedizo y bullanguero. Se trata del Boyero Ala Amarilla (Cacicus chrysopterus):
Y en este camping,
como en tantos otros, no faltan vecinas gritonas, confiadas y LADRONAS: son las
urracas, que hasta nos rompieron las bolsas de nylon solo para ver qué había
dentro. Dos especies nos visitaban frecuentemente: la Urraca morada (Cyanocorax cyanomelas), en la primera
imagen; y la Urraca Común (Cyanocorax
chrysops), en la segunda.
Por las noches solían
aparecer en los baños pequeñas ranitas, la que pueden ver aquí es una Ranita
Trepadora Enana (Dendropsophus nanus),
de alrededor de 2 cm. Había otras, aunque todavía no las he podido identificar.
Apenas atravesamos el
puente vimos este búho que tenía algo entre sus garras… es un Ñacurutú (Bubo virginianus), un "lifer".
La foto no es buena: estaba muy lejos, entre los árboles y a la sombra... pero
es lo que había... Si miran con cuidado verán a sus pies una presa,
aparentemente un ave: su desayuno. Para los que no sepan, en la jerga de los
observadores de aves, un "lifer" es un ave que alguien observa por
primera vez en su vida...
Ahí cerca, nos
topamos con un pájaro muy hermoso, primera vez que lo observábamos… otro
“lifer” (hubo muchos en este viaje); es un Surucuá Común (Trogon surrucura) macho, estaba alto pero se dejó fotear. Vean esos
ojazos...
Varios de los caminos internos del parque estaban o habían estado anegados y nos dijeron que no fuéramos por allí (porque teníamos que andar con el auto y existía el riesgo de quedarnos…). Por supuesto hicimos caso… el primer día. En uno de esos caminos, que estaban mejor que muchas calles de Mardel, dejamos el auto y, pasando unos matorrales, encontramos un paraíso, una explosión de vida. Observen la cantidad de aves que había en ese lugar: garzas de varias especies, biguás, aningas, chajaes, jacanas, y más…
Veamos algunas de
estas aves de cerca: la siguiente es una hembra de Aninga (Anhinga anhinga) que se estaba secando al sol con sus alas
extendidas, pero al vernos se puso en modo alerta…
Para poder sacar
mejores fotos saltamos a una especie de isla y nos pegamos un julepe bárbaro,
un Yacaré Negro (Caiman yacare)
estaba enterrado en el barro y salió como una saeta hacia el agua, desde donde
nos miraba con odio por haberlo despertado y asustado… por supuesto: el susto
fue compartido.
En el descampado
cercano al camping, cerquita de donde fotografié al carpintero, se podía ver cómo
el sol hacía fuerza por subir…
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