De Aves y Viajes

viernes, 18 de junio de 2021

Parque Nacional Chaco – Parte 2

 A partir de la segunda mañana, antes de que amaneciese, tipo 6, nos despertaban aullidos aterradores (bueno, me despertaban a mí, mi hijo Joa dormía profundamente), sabíamos de quiénes se trataba: eran monos aulladores. Había dos grupos, uno a cada orilla del río, que reclamaban cada cual su territorio.

Así que un día me levanté, tomé unos mates y fui en busca del grupo que estaba de nuestro lado. Después de caminar unos 500 metros, atravesar unas plántulas colgantes y meterme en un matorral lleno de vegetación pinchuda, los vi, era toda una familia, los más oscuros son machos, las de color pardo amarillento son las nenas.

Los machos son los que aúllan y lo hacen para marcar territorio; en general durante el amanecer, a veces también por las tardes. En ocasiones, como pudimos constatar, un macho aúlla en su territorio y el macho de otro grupo responde también con aullidos, haciéndole saber que el territorio lindero está ocupado. Mono Aullador (Alouatta caraya):

A mi regreso vi otro carpintero… y seguimos con los “lifer”, esta vez un Carpintero Negro (Hylatomus schulzii), tiene cierto parecido al carpintero lomo blanco que había visto más temprano.

Después de desayunar salimos del parque por un camino lateral que llevaba a otra entrada desde donde se accedía a la laguna “Panza de Cabra”, a la derecha el camino flanqueaba el parque y del lado izquierdo había campos con animales o cultivos donde encontramos varias sorpresas, como esta escurridiza Monjita gris (Xolmis cinereus), que un segundo después de la foto voló alejándose…

Al llegar a la entrada lateral del parque vimos un camino que salía hacia el lado opuesto, fiel a nuestra conducta lo tomamos, ya habría tiempo de ir a la laguna. Llegamos a una zona prometedora, dejamos el auto y en la calle nomás vimos un Chinchero Chico (Lepidocolaptes angustirostris) que discutía con otra ave, el chinchero muy tranquilo siguió su rutina de buscar comida.


Mientras tanto el otro involucrado en la riña seguía gritando con su copete erizado, era un Burlisto Cola Castaña (Myiarchus tyrannulus), los burlistos son todos muy parecidos, siempre hay que ver los detalles…


Después nos metimos en un campo (por supuesto con permiso, nadie nos respondió… pero pedir, lo pedimos…) siguiendo a unos bracitas de fuego que no se dejaron fotear. Era un monte muy típico, muy verde y de repente, pasando unos árboles, el apocalipsis: algún “genio” había quemado el campo (costumbre bastante habitual en la zona) y del verde no quedaba nada…


Pero la naturaleza se sabe reponer y la vida regresa siempre, había varias especies de aves que resurgían de esas cenizas, como este Chotoy (Schoeniophylax phryganophilus) que se voló justo cuando disparé.


O este hermoso crestudo que combinaba sus tonos con el fondo quemado. Crestudo (Coryphistera alaudina).


Volvimos a la entrada lateral del parque y fuimos a la laguna “Panza de Cabra”, el lugar era lindo, había un muelle pero pocas aves, quizás porque era el único lugar donde había gente, unos por acá escuchando música, otros por allá jugando a la pelota, niños más cerca corriendo, así que solo le tomé una foto a una Jacana (Jacana jacana).


Otro día fuimos en busca de las lagunas Yacaré y Carpincho, las encontramos, no eran gran cosa pero siempre se rescata algo, más cuando es un lugar no habitual y bien distinto a la zona cotidiana de uno. Aquí una imagen de la laguna Yacaré con Joaquín embarrándose.


Y allá lejos, sobre una rama, se posó una rapaz nunca vista por mí, es un Aguilucho pampa (Busarellus nigricollis leucocephalus) y apenas más cerca unos varilleros bajaban y subían esporádicamente, ambos estaban muy lejos, tan lejos que las fotos son malas aunque sirven para darse una idea. El oscuro es un Varillero Negro (Agelasticus cyanopus).


Dentro del parque hay diversos paisajes: montes compuestos por árboles de hasta 15 m de altura, sabanas, esteros y lagunas. Para ir de una laguna a otra tomamos senderos donde pudimos ver varias especies, algunas más raras, otras ya conocidas… van algunas fotos:

Choca Común (Thamnophilus caerulescens) macho

Taguató Común (Rupornis magnirostris)

Burlisto Castaño (Casiornis rufus)

Arañero Silbón (Myiothlypis leucoblephara)

Uno de estos senderos, “Sendero El Abuelo”, tiene un árbol muy particular, un quebracho (Schinopsis balansae) muy añoso, al que llaman “Quebracho abuelo”. A sus pies hay un cartel que reza:

“Soy el chaqueño más viejo y más fuerte que puedas conocer. Tengo más de 300 años, he nacido antes que tu abuelo, bisabuelo y algunos ancestros más. Estoy en este monte desde antes que Chaco sea provincia y aún antes de la Revolución de Mayo.

He crecido junto a Qoms, Mocoits y Wichis los primeros habitantes de esta región y grandes guardianes del monte. Hace más de 60 años me protege el Parque Nacional Chaco y juntos te invitamos a difundir la importancia de seguir conservando al quebracho colorado chaqueño”.

El nombre de “Quebracho” deriva del castellano antiguo, le decían: “quebra hacho” debido a la gran dureza de su madera que rompía las hachas. Según la RAE deriva de “quebrar y hacha”.


Por uno de los caminos internos (esos en los que estaba prohibido circular con vehículo) llegamos a un Mirador sobre la zona del palmar, al borde de una laguna. Esto es lo que encontramos, bastante anegado:


Volvimos al auto, nos calzamos las botas y atravesamos el barrial hasta llegar al mirador, todo ese esfuerzo bien que valió la pena. Vimos varias especies de aves de las que les muestro un par, la hermosa Viudita Blanca (Fluvicola albiventer):


Y un orgulloso Varillero Congo (Chrysomus ruficapillus) macho, cantando al atardecer.

El sol caía, así que nos pusimos a ver cómo desaparecía en el palmar.


Y llegó la noche… Estaba tan plácido que seguíamos ahí…


Al regresar al camping por esos oscuros caminos encontramos una sorpresa, otro “lifer”, un par de ojos que brillaban en la noche: un Curiango (Nyctidromus albicollis), que permitió que bajase del auto y con la iluminación de los faros sacase una fotografía.

El último día, nos levantamos, desayunamos, desarmamos el campamento y entonces Joaquín dijo: “¿Y si damos una última vueltita por los caminos internos?”, dicho y hecho, nos despedimos de los guardaparques y salimos.

                En esa “última vueltita” encontramos algunas nuevas especies como esta hembrita de Corbatita Dominó (Sporophila collaris):


Además vimos el último “lifer” para este parque, un Águila Negra (Buteogallus urubitinga), tremendo animal, muy elegante y que solo dejó que le tome dos fotografías:


Y allá se fue volando para mostrarnos su rabadilla blanca…


Ahí nomás encontramos en el monte esta intimidante araña, es una (Aglaoctenus lagotis), según identificamos más tarde:

Por último, ya regresando para Capitán Solari, a un par de Km del parque, vimos este Aguilucho colorado (Buteogallus meridionalis) quizás el mismo que nos había recibido. Ahora vino a despedirnos y parecía decir: “Vuelvan pronto…”.


Cinco horas más tarde estábamos, después de almorzar y comprar provisiones en Resistencia, ingresando al Parque Nacional Mburucuyá, otro lugar de ensueño y muy diferente al parque que acabábamos de dejar. Se viene en próximos posteos…

2 comentarios:

  1. Qué terribles las quemas y deforestaciones...

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  2. Si es terrible. Lamentablemene es una práctica bastante común en esa zona y en otras partes de nuestro país. Saludos

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