De Aves y Viajes

sábado, 24 de julio de 2021

Aves del Pastizal II - Costa bonaerense

 Aquí les acerco más aves de nuestros pastizales. En la primera entrega: “Aves del Pastizal I - Costa bonaerense”, del 25 de junio, vimos varias de las más difíciles; algunas de este posteo son más comunes y con seguridad muchos de ustedes las deben conocer. De más está decir que varias de las especies que veremos pueden ser observadas en otros ambientes, pero saben frecuentar los pastizales para alimentarse e incluso para anidar en ellos o en su entorno.

Muchas de las aves de las que hablaremos aquí fueron retratadas en los pastizales y caminos rurales cercanos a las localidades de Mar del Plata y Mar Chiquita, en la provincia de Buenos Aires. Otras fueron fotografiadas en la Estancia Nahuel Ruca, la Reserva Natural Paititi, la Serranita y la Reserva del Puerto de Mar del Plata, entre otros lares.

Además de la franja de pastizales psamófitos (suelos salobres) de la que les hablé antes, donde se destacaba el cortaderal (Cortaderia selloana), junto a otras especies autóctonas de menor altura, como el pasto chajapé (Imperata brasilienses), el pasto hebra (Poa lanuginosa) o la cola de liebre (Botriochloa laguroides), existen parches de pastizal donde, además de estas especies vegetales, encontramos la hierba salada del interior (Distichlis spicata) o las gramíneas del género Stipa, por nombrar solo algunas de las alrededor de 370 especies de gramíneas que pueden estar presentes. Estos parches están cercanos a sierras, arroyos, lagunas o a la vera de los caminos, donde la sobreexplotación agrícola no puede hacer uso de la tierra. Obviamente, muchos de estos parches están invadidos por varias especies exóticas que nuestras aves suelen utilizar como alimento; dos ejemplos claros de esto lo constituyen la carda (Dipsacus fullonum), originaria del hemisferio norte y muy bien aclimatada en Sudamérica, y el bien conocido cardo (Carduus pycnocephalus) euroasiático.

Vamos con las aves:

Una de las más conocidas, por su triste relación con los humanos, es el cabecitanegra (Spinus magellanicus), en estas imágenes vemos, primero, un ejemplar macho extrayendo semillas de una carda y, en la segunda, forrajeando en el suelo.



El cabecitanegra posee un marcado dimorfismo sexual, observen en las dos imágenes que siguen la notable diferencia de plumaje entre la hembra, primera imagen, más verdosa y sin capuchón negro, y el macho, bastante más llamativo, con su negro capuchón y ese amarillo en el resto de su plumaje que lo hacen mucho más notorio.



Emparentado con el cabecitanegra, y cada vez más visto en la zona, el exótico cardelino (Carduelis carduelis) ha ido ganando terreno desde aquella primera vez que lo vi en 1999, y fue tema de mi primer reporte para Aves Argentinas como una “Observación de Campo”, donde informaba sobre su presencia en la Reserva Natural del Puerto de Mar del Plata.


En la actualidad se lo puede ver en varios de los caminos rurales del sudeste bonaerense y casi siempre alimentándose sobre cardas y cardos como muestro en las imágenes que siguen. Eso sí: es extremadamente arisco, ni bien notan la presencia humana vuelan y lejos… nos conocen.



Otro bastante popular es el corbatita (Sporophila caerulescens), que en primavera y verano suele alborotar los pastizales con su canto en busca de sitios para nidificar y alimento, luego se lo suele ver en bandadas. Su nido en forma de tacita lo cuelga de los tallos de las plantas. Aquí vemos una pareja deleitándose con semillas del yuyo colorado (Amaranthus quitensis), noten que también posee un dimorfismo sexual marcado, en la primera imagen el macho con traje y una prolija corbata y en la otra la hembrita, sencilla pero muy bonita…



En la imagen que sigue vemos un macho cantando sobre una carda, luego de haber saciado su apetito con las semillas de su interior…

Y si de canto se trata los invito a ver esta grabación que hice allá por el 2009 y que con sorpresa veo que tiene unas “369.207 visitas”, este es el enlace: https://youtu.be/eDHH34hKQMc



Otra ave muy conocida y que a algunos seres humanos les gusta ver llorar en sus jaulas es el misto (Sicalis luteola), un típico habitante de los pastizales. Posee un dimorfismo sexual leve, pero notable. Es muy común ver a los machos en época de apareamiento volar alto y dejarse caer trinando. Se alimenta de semillas y nidifica en el suelo, entre matas de pasto, teniendo 4 o 5 pichones. A partir de febrero se suelen ver grandes y ruidosas bandadas volar al unísono. La primera imagen es de un ejemplar macho, noten comparando con la segunda, la hembra, que su amarillo es más intenso sobre todo en el pecho y cara. 



Otro amarillito muy común es el jilguero dorado (Sicalis flaveola), delincuente como el anterior ya que se lo sabe ver entre rejas… Posee un importante dimorfismo sexual, en la primer imagen un macho y se cae de maduro el porqué de su nombre. En la segunda foto la hembra muy discreta ella…



En invierno se suelen ver bandadas forrajeando en los pastizales, en la imagen que sigue se los ve después de que volaron por mi presencia…


Uno de los clásicos, pero no tan conocido, habitante de los pastizales y que nidifica en ellos construyendo en el suelo una semiesfera con gramillas bien oculto en los pastos, es la loica (Leistes loyca). También posee dimorfismo sexual: en la primera foto vemos a un macho desplegando su canto y en la segunda tenemos a la hembra, vean la diferencia de color entre ambos. Noten que la ceja blanca comienza con rojo, esto es muy útil, entre otros detalles, para diferenciarlo del pecho colorado (Leistes superciliaris), con quien comparte hábitat.


En la provincia de Buenos Aires tenemos otra loica, la pampeana (Leistes defilippii) que se encuentra en peligro de extinción, principalmente por la pérdida de su hábitat: los pastizales. Para diferenciar ambas loicas lo ideal es ver las tapadas (las plumas debajo del ala), en la loica pampeana son negras, mientras que en la que muestro aquí son blancas, tanto del macho como de la hembra, vean:


Y ahora les muestro al que suele ser confundido con la loica cuando uno hace una rápida mirada, el pecho colorado (Leistes superciliaris), recuerden lo que dije sobre la ceja: en este es completamente blanca, además de que su pico es más corto. 


Posee dimorfismo sexual, en primer lugar el macho y luego la hembra, se la ve muy coqueta con su peinado con raya al medio… Construyen su nido en el suelo entre yuyos, pasturas o cultivos: es una semiesfera forrada de pasto.



Veamos a continuación un par de cachirlas que suelen revolotear en los pastizales. Ambas hacen su nido en el suelo que consiste en una tacita de pajitas que oculta entre los pastos. En principio sepamos que los integrantes de la familia Motacillidae son bastante difíciles de diferenciar. Una de las cosas a tener en cuenta es su canto: las cachirlas suelen remontar vuelo y descender repitiendo una nota hasta llegar al suelo, esa nota varía para las distintas especies por lo que vendría bien grabar sus cantos para cotejarlos luego. La siguiente es la cachirla goteada (Anthus correndera) realizando este despliegue:


Por otro lado están los detalles en el plumaje, veamos en primer lugar la más común, la cachirla goteada (Anthus correndera), también conocida como cachirla uña larga por el tamaño desproporcionado de la uña de su hallux. Vean el pecho: es una de las que lo tiene más estriado y manchado, y en su dorso tiene dos líneas claras bien definidas.



La cachirla pálida (Anthus hellmayri), haciendo honor a su nombre, posee estrías menos notorias, casi ausentes en plumaje gastado, y en su dorso no se ven las líneas blancas como en la cachirla goteada. Vean y comparen:



En los pastizales hay un ave que no vuela y, por su tamaño, 180 cm de altura, uno pensaría que no  es posible dejar de verlo, sin embargo en el cortaderal pasa desapercibido. Igual prefiere las zonas donde puede desarrollar al máximo su forma de desplazarse: la carrera. Es el ñandú (Rhea americana).


El ñandú posee conductas reproductivas un poco extrañas, la poliginia: un macho con un harén de hembras. Y no es solo eso, estas hembras ponen sus huevos (no siempre del mismo macho) en un nido donde luego incubará solo el macho. Este nido llega a tener hasta 30 huevos y los charitos serán cuidados exclusivamente por él. Este es un macho, lo delata ese color negro en el pecho y la base del cuello.

.
Suelen desplazarse en grupos y pasan los alambrados como si no existieran…


Veamos ahora un par de especies que suelen oírse, aunque se las puede ver y tampoco vuelan, o al menos no lo hacen muy bien, solo les sirve para huir y asustarnos: cuando vuelan, generalmente salen debajo de nuestros pies, ya que confían en su camuflaje, y hacen un estruendoso ruido con sus alas que nos deja paralizados. Una de las que se puede encontrar en los alrededores de Mar del Plata y Mar Chiquita es la colorada (Rhynchotus rufescens) que en la imagen huye con mucha prisa.


La otra más pequeña, prácticamente la mitad del tamaño de la colorada (20-25 cm contra 40 cm) es el inambú campestre (Nothura maculosa) más conocida como perdiz chica. Ambas realizan su nido en el suelo, oculto entre los pastos, en alguna depresión del terreno y ponen cerca de 10 huevos muy llamativos ya que parecen de porcelana, son brillantes, gris rosado los de la colorada y gris vinoso los del inambú campestre.


El inambú campestre suele ser visto al costado del camino comiendo al amanecer o al atardecer, como este ejemplar que me observaba desconcertado cuando detuve mi auto. 

También, al igual que la colorada, se lo puede ver corriendo muy rápido mientras se aleja silbando repetidamente.



A este ejemplar lo encontré junto a esta paja brava, al reparo, y no registró que estábamos con el auto a unos pocos metros, siguió silbando como si tal cosa.

Si quieren oír su canto se los dejo aquí: https://youtu.be/6l3JbSNjsoI



sábado, 3 de julio de 2021

Golondrinas tijerita (Hirundo rustica) – Un cambio migratorio

La golondrina tijerita (Hirundo rustica) es una visitante estival cada vez más abundante en la provincia de Buenos Aires. Les cuento por qué…


De las seis subespecies que hay en el mundo de la golondrina tijerita (Hirundo rustica) solo una es americana, la subespecie H. r. erythrogaster, la cual puede observarse en la provincia de Buenos Aires, y en toda Sudamérica, desde septiembre hasta marzo. En la siguiente imagen se muestra el mapa de distribución de la golondrina tijerita (les adelanto que ya no es el mismo… ha cambiado), como pueden ver se reproducía exclusivamente en el hemisferio norte:


Desde la década de 1980, cuando Mariano Martínez encuentra y documenta la primera evidencia de una pequeña población reproductiva nidificando en la localidad de Mar Chiquita en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, la situación ha cambiado. Les dejo el link de esta primera documentación y un mapa para los que no son de estos lares:

https://sora.unm.edu/sites/default/files/martinez-1983-nidification.pdf


Algo similar a lo que encontramos en la imagen debe ser lo que vio Mariano Martínez debajo del puente ubicado en el ingreso de la localidad balnearia de Mar Chiquita, sobre el arroyo Vivoratá. Aún hoy las golondrinas siguen nidificando ahí, al igual que en otros puentes y muchas de las casas de nuestra región. Cada vez con más frecuencia.


Desde ese primer hallazgo la golondrina tijerita ha ido expandiendo su área de nidificación y ya son varias las provincias argentinas donde se han registrado nidos: Chubut, Río Negro, La Pampa, San Luis, Santa Fe y Córdoba. En 2017, Winkler et al. pudieron determinar que esta población nidificante en nuestro país inverna en el norte de Sudamérica, ya no viaja hasta Norteamérica. O sea: una parte de la población pasó de ser migrante neotropical (panamericana) a ser migrante austral (templada-tropical), mientras que la mayoría continua su viaje migratorio tradicional para nidificar en el hemisferio norte.


Gracias a este cambio migratorio es que podemos ver escenas románticas, hogareñas quizás, como esta, donde la pareja proyecta su futuro hogar: 


Claro que, como en toda pareja, las discusiones nunca faltan…  Ella pareciera decirle: “Construí nuestro nido y dejá de dar vueltas por el aire con tus amigotes…” o será él quién le recrimina algo...


Y como fruto de esta charla podemos deleitarnos observando a estas hermosas golondrinas cuando buscan los materiales con los que construirán sus característicos nidos sin más elementos que barro, saliva y algo de paja.



Las golondrinas acarrean el barro en su boca, en bolitas, como pueden apreciar en las imágenes. El interior del nido se hace confortable con plumas, pelos y tallos; en cuatro o cinco días el trabajo está listo.



Y ni hablar de poder ver esos nidos ya terminados, a los que sitúan tan cerca del techo que resulta casi imposible mirar su interior. Allí depositan 4 o 5 huevos, que son incubados por la hembra. La incubación dura de 14 a 16 días. 


Los polluelos permanecen en el nido de 20 a 22 días y a medida que crecen se los puede ver exigiendo alimento con un apetito voraz. Estos pequeños seguramente volverán a la misma zona para nidificar al año siguiente, luego de su estadía en el Amazonas…



Ya fuera del nido se puede ver a los pichones perchados en ramas y alambrados, esperando… ¿esperando qué?



Por supuesto… están esperando a sus padres y lo que ellos traen: alimento. Todavía les falta un poco para adquirir las habilidades necesarias para capturar insectos en pleno vuelo. Tenemos que sacarnos el sombrero ante esos padrazos solo por ver la capacidad que tienen para alimentar a todos estos hambrientos muchachitos, sin ni siquiera detenerse y con una frecuencia increíble:


Pero no todo es trabajo, siempre se puede hallar un respiro, encontrar una rama oculta o esconderse en un juncal, para relajarse y tomar un poco de solcito…


Y cuando la temporada reproductiva llega a su fin comienzan a juntarse preparándose para el largo viaje que les espera: unos 3000 o 4000 Km hasta el norte de Sudamérica (los que nidifican aquí, claro está).


Por supuesto deben acomodar muy bien todas sus plumitas, son imprescindibles para tamaña trayectoria.


Y un nuevo ciclo comenzará: el próximo año volveremos a verlas a mediados de setiembre, primero llegan los machos y ocupan los mismos nidos (y los reparan antes que los reten…), luego se reunirán allí con la misma hembra del año anterior y, en general, tendrán dos nidadas en la temporada.


Gracias a la golondrina tijerita hoy somos testigos de un hecho sin precedentes: un cambio de conducta migratoria que pudo observarse durante una vida humana. Una parte, cada vez mayor, de la población de un ave originalmente catalogada como migrador A (nidifican en el hemisferio Norte y vuelan luego hasta aquí en primavera y verano, Narosky - Yzurrieta), se ha trasformado en migrador B (nidifican en Argentina y migran hacia el Norte en invierno). 

Que sigan migrando…

Picos raros, que familia!

Vaya familia, ya arrancamos complicados con el nombre: Threskiornithidae , veamos su origen: proviene del  griego threskeia , que significa ...