El Quinto día, y después de la larga caminata a la Laguna del Tesoro realizada el día previo, decidimos algo tranqui, en auto, tomamos la ruta 65 hacia Catamarca y salimos, esta vez sin niebla… Al regreso recorrimos el Río Cochuna hasta donde nos lo permitió y encontré otro lifer, una Remolinera Castaña (Cinclodes atacamensis), muy parecida a las otras remolineras pero con sus particularidades:
Pero comencemos por el
principio, tomemos la ruta 65. En una de sus múltiples curvas paramos ya que se
veía con claridad la cumbre nevada de El Clavillo, uno de los picos más alto de
los Nevados del Aconquija.
La ruta 65 nos lleva a la Cuesta del Clavillo, al mirador La Banderita y a la frontera con Catamarca. El camino se encuentra en buen estado, pero hay que circular con cuidado ya que las cornisas están a la orden del día. Nos detuvimos varias veces para ver las vistas que no dejaban de ser espectaculares, hacia un lado ese verde entre las montañas que se extiende hasta perderse:
Hacia el otro lado el Río Cochuna,
ese que pasa junto al camping, se veía como una ruta plateada entre la
inmensidad de lo verde.
De
pronto, en una de las paradas, se escuchó algo conocido, y un movimiento entre
unos arbustos lo delató, sí, ahí estaba un Chiví Chiví (Vireo chivi), que con su canto nos estaba diciendo su nombre…
La
experiencia de manejar por esta parte de la ruta 65 se convierte en un
verdadero desafío. Para llegar a La Banderita se deben sortear más de 50
curvas. Después de recorrer unos 10 km y haber pasado por el puesto de vialidad
llamado Las Lenguas llegamos a “La Banderita”, un lugar mágico, inquietante,
raro y extraordinariamente bello a la vez, es una especie de parador natural
que le permite al viajero contemplar la belleza de la llanura tucumana y de las
majestuosas cumbres de los Nevados del Aconquija. Nuevamente El Clavillo con
sus imponentes 5540 msnm, ahora desde aquí, se ven sus nieves eternas, por
ahora…
Este
mirador, “La Banderita”, se encuentra a 1846 msnm. Allí se pueden ver los
restos de un edificio un tanto particular, vean:
De
acuerdo a datos históricos que pude recopilar, el edificio de La Banderita,
actualmente en ruinas, fue construido en 1946 por orden del gobierno de
Tucumán. Allí funcionó hasta 1976 un destacamento policial fronterizo. Luego,
en 1977, el inmueble pasó a manos de la Municipalidad de Concepción, y se
decidió convertirlo en una hostería que prestó servicios hasta 1980. Luego vino
la destrucción sistemática del predio, debido a la falta de interés por parte
de los gobernantes de turno.
Cruzando
la ruta, a unos 100 metros de estas ruinas hay un Mirador de Piedra, es un lugar
por excelencia para poder disfrutar el paisaje. Desde ese “balcón natural”,
fijando la mirada hacia el este se pueden ver los diferentes poblados y
ciudades del sur de Tucumán, además de un importante trayecto del Río Cochuna.
Y aquí está el mirador,
una imponente estructura de piedra, Joaquín arriba y nuestro auto a un lado…
Por
lo que me contaron los cuidadores del camping, ese mirador era un calabozo de
los tiempos en que el lugar funcionó como destacamento policial… el interior
tenía todo el aspecto.
Mientras
almorzábamos en una explanada cercana al mirador, un Celestino (Tangara sayaca) nos vigilaba desde lo
alto:
Y
de repente algo grande apareció, pasó volando velozmente pero antes de que se
perdiese tras unos árboles logré capturar esta imagen, Cóndor Andino (Vultur gryphus):
Después
de comer y fotografiar las aves del lugar seguimos por la ruta 65 rumbo a
Catamarca. Unos cientos de metros más abajo de La Banderita hay un pequeño
monolito que indica la frontera interprovincial. Lo primero que uno encuentra
es un pequeño, prolijo y atractivo pueblito: Alto de las Juntas. Esta es una
localidad Catamarqueña ubicada entre la Ruta Nacional 65 y el Río Del Campo,
que forma parte del aglomerado de la localidad de El Lindero, el mismo cuenta con
741 habitantes junto con Aconquija y La Mesada. Este Chimango (Phalcoboenus chimango) fue el único
residente que nos vino a saludar, no se veía a nadie en la calle y después
dicen de las siestas santiagueñas…
Ya
de regreso, en una de las múltiples paradas una dama se nos acercó, y dejó que
le tomásemos esta fotografía, Dama Pintada (Vanessa
braziliensis):
En
lo alto un Cóndor Andino (Vultur gryphus)
juvenil nos miró con curiosidad:
Y
este ternero de unos pocos días nos miraba con cierto asombro cuando, de
regreso, pasamos nuevamente por La Banderita…
Y más abajo, cerca del
camping, este Taguató (Rupornis
magnirostris) adulto solo nos miró pasar, ni se inmutó…
Ya
en el camping, agarramos algunos alimentos, cargamos agua y fuimos a merendar
al patio trasero, o sea al Río Cochuna que corría junto al camping. Decidimos
ir río arriba a ver hasta dónde se podía llegar…
Por momentos se ponía ríspido,
teníamos que sortear algunas piedritas bastantes grandecitas que balconeaban
sobre el agua, la que serpenteaba bajo nuestros pies… Ahí está Joaquín,
tratando de ver por donde pasar:
En
otros tramos, del lado que íbamos no se podía pasar ya que los barrancos
superaban los 10 metros de altura y teníamos que cruzar saltando sobre las
piedras para ir por el lado más playo:
Y
había tramos en que uno se desplazaba fácilmente contemplando ese paisaje que
cambiaba a cada paso:
En los sectores del río donde las
piedras dejaban lugar a la arena había huellas de merodeadores, como estas de Aguará
Popé (Procyon cancrivorus):
En un sector, cuando el Río Cochuna no nos dejó seguir
avanzando, y con los pies empapados por ciertos deslices, paramos a merendar.
Pusimos los borseguíes sobre una piedra al sol, al igual que las medias, y
empezamos a matear. De pronto una silueta negra se movía entre las rocas
capturando insectos, era una Viudita de Río (Sayornis nigricans):
En una especie de cueva no muy
profunda había una planta con unas flores rojas muy particulares que pendían,
así que foto para después ver. Más tarde encontré que era una Aretillo de Los
Andes (Fuchsia boliviana):
Regresamos
al camping y preparamos todo para una larga caminata que nos esperaba al día
siguiente: íbamos a ir al Puesto La Mesada. Este es un sendero de 12 km (ida)
de dificultad media, que cruza varias veces el río Las Pavas y otros arroyos
menores. A los 24 km, ida y vuelta desde el Puesto Santa Rosa, teníamos que
sumarle otros 6 km desde donde dejábamos el auto… o sea un paseíto…
Cruzamos
el río con botas, que luego ocultamos en la maleza para recuperar al regreso, y
caminamos hasta el Puesto Santa Rosa, por supuesto no había nadie, ningún
guardaparque. Seguimos hasta el Puesto Los Chorizos y de ahí tomamos ese
sendero ya visto antes que conducía, unos 8 km más adelante, al Puesto La
Mesada, el más popular del Parque Nacional. Nosotros fuimos temprano con la
intención de ir y volver en el día, pero también suele funcionar un área de
acampe agreste con una cocina comunitaria y sanitarios.
En varias oportunidades aparecían ríos y
arroyos, donde teníamos que descalzarnos, remangarnos los pantalones sobre las
rodillas y con ayuda de bastones cruzábamos cuidando donde poníamos los pies,
ya que la mayoría de las veces la corriente era bastante fuerte. Aquí Joaquín
en pleno cruce…
Después de cruzar, esperábamos unos minutos
para que se nos sequen los pies y poder calzarnos otra vez…
Y cada tanto un ave se dejaba ver entre la
maleza como este inquieto y huidizo Frutero Yungueño (Chlorospingus flavopectus).
Y en los bordes de estos ríos, cerca
de los barrancos muchas mariposas descansan al sol, como esta Sombra Faja Blanca
(Pedaliodes palaepolis lyssa),
preciosa…
Por supuesto que cada ave que aparecía era
retratada e identificada aquí, uno ya visto en otros senderos, un Piojito
Gargantilla (Mecocerculus leucophrys):
De pronto silencioso y mezclado con
el follaje un Picaflor Cometa (Sappho
sparganurus) macho estaba como dormitando… hermosa ave.
En gran parte del
camino: en casi todo el trayecto que recorrimos del Río de Las Pavas, en
diferentes sectores e inclusive en la misma Mesada había muchísimas Pavas de
Monte Yungueña (Penelope bridgesi),
eran muy bullangueras, demasiado gritonas, y ariscas. A pesar de que gritaban y
salían todas asustadas, le pude sacar algunas fotos respetables…
En la mesada hay unas cabañas de madera abiertas, o sea no tienen ni puertas ni ventanas, pero sí sus agujeros. Guardaparques ni noticia, solo oíamos una voz, que luego vimos que provenía de un cuartito cerrado y era una radio que nadie contestaba. Sabíamos que autorizan a pernoctar, llevando carpa o dentro de la cabaña abierta, nosotros hicimos el ascenso y descenso en el día, pobres piernitas…
Allí también hay una mesa bajo techo para poder comer, un lugar para hacer fuego, y hay una estructura con un inodoro. También hay luz y enchufes para cargar celulares. Vean:
Luego de descansar y comer algo, emprendimos el
regreso que fue bastante rápido, se nos venía la noche, pero con esa escasa luz
todavía nos esperaban sorpresas. En el Río de Las Pavas sobre una roca se
limpiaba las plumas un “lifer” para mí, un Pato de Torrente (Merganetta armata), en este caso un
macho, precioso animal. Grande Joaquín que lo vio antes que el pato nos
detectara a nosotros…
Miren en sus alas, quizás lleguen a
apreciar unos espolones… Va otra del Pato de Torrente (Merganetta armata) con sus alas abiertas, una pena que hubiese poca
luz.
En
el bosque montano, entre los 1500 y 2000 msnm, la especie vegetal predominante
es el Aliso o Aliso del Cerro (Alnus
acuminata), de ahí el anterior nombre: Parque Nacional Campo de los Alisos,
vean este alisal y esta imagen se replicaba por todo el paisaje.
El
Parque Nacional Aconquija posee importantes sitios arqueológicos que no pudimos
visitar por falta de tiempo. Uno de ellos son las ruinas conocidas como
Ciudacita o Pueblo Viejo, además hay recintos ceremoniales y otras
construcciones que se estiman como algunas de las más meridionales del imperio
inca. Están emplazadas a 4400 msnm, en una zona de clima altoandino, con
posibilidad de nevadas a lo largo de todo el año. Solo se puede acceder al
sitio luego de una caminata y ascenso de entre 5 y 7 días, con acompañamiento
de un guía autorizado, pero esto lo dejamos para la próxima vez, el tiempo es
tirano…
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